El lunes
pasado, en nuestra última escuela de familias, tratamos el tema de la
separación y el divorcio con nuestra psicóloga, Teresa Hernando (https://www.facebook.com/teresahernandopsicologa
¡Gracias!). Al igual que sucedió con la entrada anterior, en relación al
duelo y la pérdida, se trata de un tema complejo, con muchos puntos de
vista y una víctima especialmente inocente: tu hij@, que queda de por
medio tratando de entender qué es lo que está pasando, a la vez que intenta seguir con su vida de la forma más normal posible, siempre que los
adultos se lo permitan.
¿Y
cómo se aborda esto...? Vamos a dejar fuera los casos especialmente
dramáticos, con violencia de género de por medio o una manipulación
absoluta por parte de uno de los miembros de la unidad familiar, que
esperamos no sea el caso de ninguno de nuestros lectores. En la mayoría
de los casos se llega a un punto de discusión absoluta entre los padres
que ya no tiene vuelta atrás, y en la mayoría de los casos también,
debería haber un consenso, explícito o no entre ambos, en el cual la
prioridad absoluta de la ex-pareja sea llevarlo todo de la manera más
pacífica y sana para su hij@. ¿Qué significa esto en la práctica? Pues
cosas muy obvias que tendemos a olvidar, embebidos en nuestras propias
historias (egoístas en el fondo), que evitan que prestemos atención a lo
que nos rodea. Cuando tus hij@s están presentes, hay que evitar a toda
costa discusiones, insultos, reproches... y cuando no lo están,
manipularlos para ponerlos a favor y/o en contra de uno de los dos.
¿Quién no conoce alguna situación en la que padre o madre deciden
utilizar al niñ@ para lanzarse todo tipo de insultos? Pues mal, fatal,
imperdonable. Para tu hij@, ambos progenitores son igualmente
importantes, y su tendencia natural será que estén juntos y se
entiendan. Si eso no puede ser, los adultos deben ser lo suficientemente
maduros (sí, y sobre todo valientes) como para que sus hijos queden
fuera de toda discusión, tratando de adaptar las rutinas de la vida
diaria a la nueva situación de la mejor forma posible, y sin utilizar
nunca a tus hij@s para transmitir mensajes a tu ex-pareja. Actualmente
hay un amplio catálogo de medios de comunicación para explicar lo que
sea entre ambos sin sufrimiento inocente de por medio. ¿Que no es fácil?
No, claro que no. ¿Que tu caso es particular, porque tu pareja es un/a
indeseable y solo quiere hacer daño? Pues es posible, pero aún así hay
que intentar buscar la manera de que les afecte lo menos posible. Si a
nivel personal no puede ser, buscando entonces mediación profesional,
que al fin y al cabo son imparciales y van a ver la situación desde
un punto de vista racional tratando de aportar soluciones. Si lo llevas
bien cuando tu hij@ crezca, y sea capaz de entender las cosas, te lo
agradecerá, y le evitarás duros recuerdos que no necesita (ni quiere)
tener.
También
es importante, al igual que explicamos con el duelo y la pérdida, que
en el momento en que tengáis la decisión tomada se lo digáis, de la
forma más tranquila y pausada que se pueda. Y que no les deis la
equivocada idea, ninguno de los dos, de ser un camino con vuelta atrás,
esto casi nunca sucede, y a ellos les genera una falsa expectativa que
resulta también perjudicial.
Y
aunque habría mucho más que contar, hasta aquí por hoy. Recordad lo más
importante: vuestr@ hij@ es una persona inocente que os aprecia a los
dos y que no merece ser objeto de vuestra frustración.
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