Cómo
me sentiría si...
Con
esta frase comienza el juego IKONIKUS,
una baraja de cartas cargada de imágenes en su interior. El
mecanismo es muy simple, se reparten tres cartas a cada jugador, uno
de ellos tendrá que hacer de juez y lanzar una pregunta, recibirá
las respuestas a través de las cartas que dejarán el resto de
jugadores sobre la mesa. Cada carta tiene un icono que deberá
inspirar en los participantes una emoción, sensación o sentimiento
con relación a la pregunta lanzada. Ganará el niño o niña que
haya empatizado más con el juez, es decir, el dueño de la carta
elegida por el jugador que lanzó la pregunta.
El
juego es simple pero muy eficaz para trabajar la expresión oral y lo
más importante: LA EMPATÍA. Tan sólo hay que empezar con la frase
Cómo
me sentiría si..., por
ejemplo, si
mi mejor amigo me ignora en el patio
o cómo me sentiría si
un dinosaurio entrara en clase de matemáticas (ambas
preguntas las hemos trabajado). Jugando
a Ikonikus surgen debates muy interesantes y se pueden sacar a
la palestra temas que nos preocupan para ser resueltos por todos,
otro ejemplo real fue: Como me sentiría si sacase un cero en un
examen a lo que Iman respondió
con ese famoso icono en forma de caca que todos conocemos, otros
niños y niñas lo hicieron con un túnel oscuro, una bombilla rota,
unas cadenas e incluso un coche lanzándose al vacío, a veces las
situaciones son de lo más disparatadas pero la mayoría de las veces
nos hacen pensar, y mucho. Las respuestas de los niños siempre son
honestas y brillantes pero lo mejor de todo es la complicidad que se
genera entre ellos y la buena herramienta que es, no sólo para
fomentar la empatía, también para la resolución de conflictos si
enriquecemos el juego metiéndonos en debates.
Érase
una vez...
Érase
una vez unos dados con infinitas posibilidades de juego y
aprendizaje. Se llaman Story Cubes y la única norma para
jugar es lanzarlos y crear historias con ellos, así de simple.
Dentro de la biblioteca hemos trabajado con diferentes formatos, en
diciembre usamos los de Navidad (Storyteller de la tienda
Tiger) y para
escritura creativa lo hacemos con los clásicos Story Cubes, los
de color naranja, que solemos completar con la caja
azul de acciones o el de hechizos.
La temática es amplia, los podemos
encontrar de Prehistoria, deportes, viajes, medieval, terror
o, la que será mi próxima adquisición, los divertidos dados de
Mitología.
El
juego es muy útil como herramienta pedagógica, sobre todo en aula
de idiomas o de lengua, ya que estás obligado a traducir imágenes
y acciones en palabras y eso potencia muchísimo la expresión oral o
escrita, si quieres pasar un rato divertido no tienes más que hacer
una tirada de tres dados para adivinar el futuro del compañero que
tienes al lado o, si son demasiados participantes, enlazar una
historia disparatada con un dado cada uno.
¿Cómo
trabajamos en la biblioteca? De momento los niños y niñas del
laboratorio ya son capaces de elaborar sus propios microrrelatos en
tres tiradas que equivalen a: INTRODUCCIÓN, DESARROLLO Y DESENLACE,
poco a poco a base de lanzar dados vamos superando ese “síndrome
de la hoja en blanco” que nos acosaba en los primeros talleres.
El
pasado jueves experimentamos con un micro-cuento sobre unos monstruos
muy especiales, por ejemplo el Cíclope Escupe-Uñas de
Inés, el Troll Lame-Sapos
de Adam o la Momia Come-Ojos de
Mohamed, con tres tiradas relataron las aventuras de su monstruo, el
hilo de las historias de lo más interesante, por ejemplo, Rida
propuso esta trama: un día, un niño escuchando música en
su casa de repente vio la sombra de Batman (¿no
dan ganas de saber que ocurrió después?) pero
el verdadero protagonista fue el miedo, Maryam nos habló de una niña
que pidió a una estrella fugaz saber dibujar, pero la
Momia Muerde-Dedos le quitó las uñas para que no dibujara, menos
mal que existen los finales felices (en caso contrario tiraremos los
dados las veces que haga falta), pero si algo sobra en nuestro
laboratorio son talentos, como el de Alma, una nueva incorporación
que demostró ser una gran maestra del suspense. Para finalizar,
todos tuvieron la oportunidad de relatar sus historias vía satélite
desde la biblioteca del Vicente Aleixandre a través de nuestra TV
ochentera de cartón.
Lo
que más nos gusta de estos juegos:
-Las
imágenes son universales, se entienden en cualquier idioma.
-Su
versatilidad, infinitas posibilidades y recursos.
-Generan
debates muy interesantes, fomenta la expresión oral, la creación
artística y despiertan la curiosidad.
-No
llegan a los 10€ cada uno y, lo mejor de todo, te los puedes llevar
a cualquier parte.
-Las
partidas son muy cortas (que levante la mano quien nunca huyó de una
partida sin terminar al Monopoly).
-Y
por supuesto, no hay límite de edad, aunque pone a partir de siete
años todos sabemos que un poquito antes, si les dejas experimentar,
también se puede.
Contraindicaciones
-Abstenerse
personas grises y apáticas o jugadores en días grises y apáticos.
Este tipo de juegos se potencian según el grado de implicación de
los participantes, sin pasión no puede surgir la magia.
El
poder de las imágenes es infalible, en breve fabricaremos nuestra
propia herramienta para creación narrativa con
nuestras propias Story Stones
(es decir, que pintaremos imágenes en piedras para crear relatos
originales)... Pero eso es otra historia.
¿Os
atrevéis a jugar en casa?
Por
cierto, Vicenta la Bibliotecaria nos ha regalado una palabra para
nuestro bote de mermelada y nos encanta: ¡PARAGÜERO!
Además,
nos hemos estrenado con alguna palabra en árabe, en inglés y quizá,
el próximo jueves, también en holandés. Este bote pinta pinta
rico, rico, rico.
Nos
vemos los jueves a las cinco de la tarde en la biblioteca del Vicente
Aleixandre